Ese día nos despedíamos de papá para ir a ver a la familia que teníamos once meses sin ver. Un viaje añorado, que se veía tan lejano por la pandemia que estábamos viviendo. Que si la cuarentena, que si el hotel donde hay que llegar para aislarse, que si las vacunas, que la prueba para viajar. Todo parecía tan complicado pero al fin llegaba el día. Con nervios, una noche antes no pudimos dormir bien. Lágrimas de Elisa en la despedida. Y yo preocupada por viajar con los tres en pleno covid.
Ibamos todos pensando que iban a ser unas vacaciones y ya, reencuentros con amigos y familia, diversión, relax, apapachos. No sabíamos que al llegar la vida nos presentaría algo inesperado. En mi mente resonaron las palabras de Emilio antes de salir a Mexico “el siguiente año en Canadá será mucho mas fácil porque ya sabemos que esperar”. Y Dios tenía otros planes…
2 comments:
Gracias por compartir tu mundo interno. La vida está llena de sorpresas y muchas veces cuando la creemos tener dominada nos sacude para recordarnos que no tenemos la última palabra. Sin embargo después de cada sacudida también nos sorprende darnos cuenta que tenemos una fuerza/resiliencia que dudabamos tener pero que siempre ha estado ahí, a veces dormida o aletargada pero siempre presente.
gracias por tu comentario Ana.. abrazos!
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